Cuando las personas superan los 25 años, las células ya no se generan ni eliminan con la misma facilidad que hasta entonces, y se acumulan de manera irregular. La piel empieza a fisurarse y perder más agua de lo normal, se seca y se vuelve mucho mas vulnerable frente a los factores ambientales. Además, se pierden proteínas o aminoácidos, que hacen que la luz no se refleje como antes, y que la piel pierda brillo y luminosidad.
Aunque es cierto que nuestra piel se deteriora por un fenómeno fisiológico, también hay que tener en cuenta otros factores. El proceso de oxidación producido por el exceso de radicales libres afecta directamente la salud de nuestra piel. Mientras respiramos o comemos se forman radicales libres. Son moléculas que por un proceso natural quedan incompletas, y para lograr estabilidad deben extraer componentes de otras moléculas, que quedan a su vez incompletas. Es una especie de reacción en cadena. Imaginense un PAC MAN comiéndose las fibras de colágeno y elastina!
Cuando los radicales libres aumentan en exceso, no sólo nos producen envejecimiento prematuro sino también otras afecciones, como cáncer de piel. El clima muy frío o extremadamente caliente, el exceso de alcohol, el hábito de fumar, la contaminación ambiental y la excesiva exposición a los rayos UV, son los principales productores de radicales libres.
Para prevenir este proceso oxidativo de nuestra piel, es necesario tener una vida sana y tener hábitos saludables. Realizar ejercicio, restringir en lo posible el alcohol y el cigarrillo, y, sobre todo, exponerse al sol con la debida protección solar.
Para mas información, lee nuestra siguiente nota: Exposoma.